Consigna: Continuar la frase inicio y desarrollar historia fantástica:
"Una mujer está sentada sola en una casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo: todos los otros seres humanos han muerto. Golpean la puerta".
Se queda pensando quién puede ser y se decide a abrir la
puerta. La mujer se queda asombrada al ver el rostro de un hombre ya que la
mujer se creía que había matado a todo el mundo con ayuda de sus poderes
malignos. Lo invitó a pasar y se quedaron hablando durante horas, mientras la
mujer estaba pensando cómo matar al hombre, porque su único afán era quedarse
sola en el mundo.
Decidieron ir a dar una vuelta y ella empezó a
preguntarle cómo había conseguido sobrevivir ante el terrible monstruo que en
verdad se escondía en ella. El hombre le explicó que estuvo en un misterioso
coma y lo habían abandonado y que se había escondido en el sótano del hospital
y cuando despertó se encontró sin nadie en el mundo, no sabía en qué época
estaba, el año que era, ni qué le había pasado a la gente. Hasta que decidió ir
a buscar algún alma viva y escuchó ruidos en su casa.
La bruja creyó que era el momento oportuno para lanzarle
un hechizo para matarlo y cuando le lanzo uno el hombre la estaba mirando por
el reflejo del vidrio de la ventana, se dio media vuelta empezó a lanzar hechizos y se creó una
pelea espantosa. El hombre también era brujo, todo lo que le había dicho era mentira
para conseguir quedarse solo en el mundo y al final lo consiguió.
Mato a la bruja y se quedó pensando unas horas hasta que
se dio cuenta que se aburría mucho y se suicidó.
Agustina Martínez, 2013
"Una mujer está sentada sola en una casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo: todos los otros seres han muerto. Golpean la puerta".
-¿Quién es?- Pregunta temerosa y afligida.
-¡Abra la puerta! Soy un
sobreviviente, mi nombre es Juan. Estoy ayudando a la gente. Confíe en mí, la
llevaré a un refugio.
Abre la puerta y lo abraza con
todas sus fuerzas, es la primera persona que ve hace tres semanas.
-¡Gracias a Dios! No soy la única
sobreviviente de Argentina.- Dice la mujer. Ayúdeme, mi familia está muerta. No
sé qué hacer.
-No se preocupe, entiendo su
dolor, yo he perdido a mi mujer y dos de mis tres hijos. ¿Cuál es su nombre?-
-María Macalister.
-María debemos ir al refugio, es
muy peligroso seguir aquí. La causa de las muertes es por un virus que se expandió por toda la ciudad.
Enseguida ella tomó algunas
pertenencias, comida y agua. Subieron a la camioneta de José y emprendieron
camino hacia el lugar.
En el recorrido encontraron seis
sobrevivientes más, de los cuales dos no confiaron en él y no quisieron subir
al vehículo. Era una pareja de extranjeros que estaba de vacaciones en el país.
Al llegar las personas que estaban allí esperándolos,
los recibieron con muy buenas noticias.
- ¡José! – dijo Felipe, un hombre
que había quedado solo, sin familia, de unos sesenta años.-¡ Qué bueno que
llegaron!
-Escuchamos en las noticias que
los gobiernos de los países más cercanos a nosotros están combatiendo el virus -
-¡Estiman que en dos semanas lo
lograrán!
Al escuchar a Felipe, José, María y el resto de las
personas que vinieron con ellos lloraron desconsoladamente de alegría, pero al
mismo tiempo de tristeza por todas las víctimas del desastre.
Las dos semanas siguientes fueron
eternas. Día a día escuchaban la radio para enterarse de las novedades. Nadie
se arriesgaba a salir, faltaba muy poco para estar a salvo.
Para pasar el tiempo y levantar
el ánimo, escuchaban música alegre, hacían juegos de mesa, contaban sus
historias personales, etc.
¡Al fin llegó el día! Al salir a
la calle, los estaban esperando las autoridades de sanidad para revisarlos y
asegurarse de que no estuviesen infectados.
Por suerte, todos estaban en
excelente estado de salud. Llevaron a cada uno de ellos a distintos hogares
fuera del país, ya que debían esperar a que todo se volviera a recomponer, y
eso llevaría mucho tiempo.
-¿Quién es?- Contesta ella, sabiendo que no había ninguna posiblidad de que hubiera un ser vivo del otro lado.
-¡ AYUDA, AYUDA!, déjeme pasar, se lo suplico, no le haré daño.
¿Como podía ser que alguien le estuviera tocando la puerta si ella era la única sobreviviente de lo ocurrido?
Pero es así, se ve que alguien mas había subsistido al horror mas grande e inimaginable.
La mujer, ingenua, abre la puerta y ahí esta él. La vino a buscar.
Después de eso, el mundo quedó en silencio; ahora sí, ya no habían quedado sobrevivientes.
Después de eso, el mundo quedó en silencio; ahora sí, ya no habían quedado sobrevivientes.
Lucía Postiglione, 2013
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Consigna: Ir narrando a medida que se muestran objetos diversos, cada minuto.
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Consigna: Ir narrando a medida que se muestran objetos diversos, cada minuto.
“El hombre”
Era una tarde como cualquier otra, soleada, que acercaba la llegada de la primavera. María y Julieta tomaban mate con tortas
fritas, cuando de repente alguien golpeó a la puerta. Era un hombre que
anunciaba que vendía BROCHES muy económicos y recomendaba comprarlos.
Julieta, muy amablemente, le dijo:
-No necesitó en este momento. Pero antes de que el
hombre siguiera su camino de ventas, una hermosa FRAGANCIA impactó a María.
Ella se acercó al señor para preguntarle por ese bello aroma que olía. Él se
rió y le mostró un juguete de su infancia, un divertido TROMPO color rojo. Le
dijo:
-Esto y el PERFUME son los únicos recuerdos que tengo
de mi padre.
El comentario dejó sin palabras a las mujeres del
hogar. Una rara idea invadió los pensamientos de María, quien quiso compartirla
con su amiga y aquel hombre:
-¿Qué tal si descorchamos un vino y brindamos?- Les
propuso.
El hombre no podía creer la invitación y aceptó con
gusto. Se sentó a la mesa y, en ese momento, comenzó con su CEPILLO a limpiar
su pulóver, porque quería estar a la altura de la circunstancia. De paso
aprovechó para tirar algunas cosas viejas, como piedras y trapos, que traía en
su viejo bolso marrón. Al revisar,
encontró un libro, que manifestó ser muy importante para él, y les expresó a
las jóvenes:
-Ustedes hoy me devolvieron la sonrisa y la esperanza,
por eso yo quiero regalarles ese libro, que significa mucho para mí.
Emocionadas, María y Julieta le propusieron a ese
hombre, que todavía no sabían ni siquiera cómo se llamaba escuchar un poco de música. Pusieron un CD de
Charly, cálido, a baja voz.
De una caja vieja Julieta sacó una especie de resortera,
que ella también tenía de recuerdo de su padre. María comenzó a reír y les
dijo:
-Yo también conservo algo de mi padre, un pequeño anillo.
Y se los mostró. Esa tarde, que era como cualquier
otra, marcó un antes y un después en esas tres personas, que por años
conservaron una bella amistad.
Eugenia Laise, 2015
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