domingo, 29 de noviembre de 2015

Nuestra fábrica de historias

"Porque si se puede reproducir una historia preservándola de explicaciones ya se logró la mitad del arte de narrar".
Walter Benjamin


Nuestra fábrica de historias nació en el Taller de Narrativa y Literatura, un espacio de definición institucional-EDI-del ISFD Nro.10. Juan Bautista Alberdi, de la Ciudad de Buenos Aires. 

Cada grupo de historias fue surgiendo a partir de consignas dadas en este espacio de producción de textos, entramado con lecturas y reflexiones sobre la propia escritura. 
Una voz grupal fue construyéndose durante cada cuatrimestre de trabajo. Sin  él, sin las lecturas de las creaciones compartidas, no hubiera sido posible el enriquecimiento desde el intercambio de historias y creaciones lúdicas que ayudaron a tejer la trama de los textos. Consignas que disparan imágenes, que construyen historias "en bruto". El desafío es objetivar luego las narrraciones y ajustarlas en su trama narrativa, en la sintaxis y ortografía, anche la semántica de los textos. 
Cadáveres exquisitos y variantes del mismo, hojas que van hacia la izquierda y a la derecha, cuentos a partir de palabras, palabras que atraen a otras, a frases; y las imágenes van construyendo recuerdos. Palabras del periódico que, descontextualizadas, vuelven a lograr otro sentido en historias de calibres diversos, según quien las escriba.
Y por sobre todo, el juego, el espacio lúdico para vencer pudores, vergüenzas, censuras, para que las relaciones fluyan, para que los textos ayuden a liberar los recorridos de la propia voz, las voces quizás dormidas o deshilachadas.
Intentar representar, no explicar, dar posibilidad al que escucha, al lector, de imaginar la escena, no de explicársela,  sino representarla, con narración, incluyendo un diálogo, moldeando la materia misma, el lenguaje. 
Los juegos aflojan la mano, liberan la escritura; queda para después explorar la propia voz al interior del texto, y no es tarea fácil, pues si la propia voz está trabada, se complica, y entonces, el regreso al texto y a la reflexión sobre la escrito, para tomar conciencia, para poder destrabarla.  

Nuestras lecturas - Silvina Ocampo




Escritora argentina nacida en Buenos Aires en 1903 y que murió en la misma ciudad en 1993.

[...] Hizo los nidos en las faldas, en los peinados
y en las manos de las estatuas.
Dejando la ventana abierta
entrarían los pájaros
que, por un don de adivinación, sabrían orientarse.
Esperó. No esperó en vano.
Un día,
por la ventana entró uno como de azúcar
(debió de ser una torcaza disfrazada)
y se posó en uno de los nidos:
era de mármol [...]
 


Fragmento del libro Invenciones del recuerdo, de Silvina Ocampo
.

Invenciones del recuerdo fue hallada entre sus papeles luego de su muerte. Estas páginas despliegan el microcosmos doméstico de un hogar patricio a comienzos del siglo XX, visto a través de los ojos de una niña que despreciaba los privilegios que le estaban destinados, para buscar la compañía de sirvientes y mendigos. Es, asimismo, un testimonio, único en nuestra literatura, de la formación de la mente de una poetisa en sus deslumbramientos y desilusiones inaugurales. Compuesto entre 1960 y 1987, puede definírselo como una visita guiada por la niñez de una de las figuras más misteriosas y elusivas que han dado nuestras letras.



Considerado una autobiografía de la autora pero en versión libre, autobiografía muy particular, no sólo por el estilo que eligió la autora para componerla, sino también porque está compuesta de fragmentos escritos a lo largo del tiempo y de manera poética, empleando recursos como la metáfora y la metonimia. Ocampo nos abre las puertas de su casa y de su alma de par en par.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Nuestra consigna para Escrituras del recuerdo II





Consigna: narrar un recuerdo de la infancia relacionado con un hecho histórico que haya afectado a todos, un hecho de la historia reciente a partir del que hayas tenido una experiencia directa desde 1980. 


No fue un cumpleaños más

Un 27 de octubre de 2010 estaba almorzando en el living comedor de la casa de mis abuelos paternos. Era el cumpleaños de mi abuelo Atilio. Siempre festejamos el de él, así como el de mi abuela, en familia, comiendo todos juntos en su casa. Bien a lo familia tana…
Como mis abuelos están grandes, mi tía Cristina se encarga de preparar la comida y mi papá trae el postre y la torta. Somos varios nietos y todos nos encontramos para festejar junto a él.
Ese cumpleaños fue diferente del resto. Por la mañana, en todos los canales de televisión, se había dado a conocer la noticia de que Nestor Kirchner había fallecido. 
Veo ese mediodía en la casa de mis abuelos como si fuese hoy…Ese día ya no era solamente el aniversario del nacimiento de mi abuelo, sino la fecha de la muerte de Néstor, ex presidente y referente político de muchísimos jóvenes y adultos que volvieron a encontrar en él la esperanza.
Ese día tiene, además, un valor histórico trascendental, como hecho político y social porque en simultáneo con lo sucedido, se estaba desarrollando en todo el país el censo nacional de la población. Y no era cualquier censo...Nada más ni menos que el primero que recogió datos sobre los descendientes de familias indígenas.
Durante el almuerzo familiar, no se hablaba de otra cosa que de la repentina muerte de Néstor. Todos estábamos muy impactados. Sin embargo, creo que yo era la única que tenía tristeza por lo ocurrido. A mi familia, supongo que le resultaba indiferente. Mis padres y mis tíos presentes no apoyaron al gobierno del ex presidente ni al de su mujer. Eso se plasmaba en los comentarios que hacían en la mesa.
Recuerdo que se declaró el duelo nacional por 3 días, pero sin interrupción de las actividades normales. Sin embargo, el dolor en sus “incondicionales”, especialmente, fue mucho más largo…
Yo coincidía ideológicamente con muchas de las políticas llevadas a cabo por el ex presidente. Es cierto, que en aquel entonces no valoraba -como sí lo hago ahora- todo lo que se había hecho y logrado, supongo que porque era chica y me faltaba reflexionar mucho todavía.
El “pingüino”, como se lo apodaba, fue el que le devolvió la confianza a miles de personas para creer en la política como herramienta de cambio y transformación social. Fue él quien trajo el debate político nuevamente a los hogares, el trabajo y la calle. Los jóvenes, principalmente, se apasionaron con sus discursos y su carisma y salieron a militar y a luchar por sus derechos.
Nestor apostó a otra Argentina posible, totalmente distinta de la que le habían dejado cuando asumió en el 2003. En esos terribles años, primaban tazas altísimas, el desempleo y la pobreza, la desesperación y el “sálvese quien pueda”. Él nos devolvió el gobierno al servicio del pueblo, como nunca tendría que haber dejado de ser.
Ese hombre, nacido en la provincia de Santa Cruz, nunca perdía su sentido del humor y su “chispa”. Incluso muchos lo criticaban por ser como era, por no ser adecuadamente correcto para una figura presidencial. Pero acaso, ¿no eran más incorrectos los que lo precedieron que vendieron el país y dejaron a miles de argentinos en la pobreza?
Por la tarde del 27 de octubre de 2010, una multitud colmó la Plaza de Mayo para despedirlo, homenajearlo y para agradecerle por todo lo que nos dio y nos dejó.

Eugenia Laise, 2015
...

Atentado a la AMIA

Eran las vacaciones de invierno de 1994, en ese entonces tenía 8 años. Hacía mucho frío y, como no iba a la escuela, me desperté algo más tarde de lo normal. En mi casa solo estábamos mi mamá, mi perro Dino y yo. Eran cerca de las 10,30; y nos levantamos. Ya era hora de desayunar y arrancar el día.
En la cocina, mi mamá preparaba café con leche para las dos, mientras yo ponía la mesa en el comedor. Llevé mermelada, manteca y un poco de pan. Como de costumbre prendí la televisión. Con la primera imagen me quedé congelada. Ni una sola palabra salió de mi boca. No podía dejar de mirar la pantalla. Eran imágenes de un noticiero, aunque no era la hora de su transmisión habitual. Eran imágenes de terror, escombros, sangre y muerte.


Al oír el relato del periodista, mi mamá vino corriendo desde la cocina, y se quedó parada al lado mío sin decir una palabra. Las dos nos quedamos ahí, quietas, inmóviles por algunos minutos. No entendía que estaba pasando, ni que era eso. Solo escuchaba algo de una bomba, un coche y la cantidad de heridos y muertos que ascendía a cada instante. Creo que mi mamá se fue a hablar por teléfono, creo que hablaba con mi papá. La verdad no pude escuchar que decía, en realidad si oía pero no escuchaba. Solo sentía la voz del periodista, de los enviados al lugar y, de algunos comerciantes y heridos que daban su testimonio en la televisión.
Sentí impotencia, de no poder hacer nada, de no poder ir corriendo a ayudar. Mi mamá regreso de hablar por teléfono, y me pidió que apague el televisor. Ante mi falta de respuesta, lo hizo ella misma.



-¿Por qué apagas la tele?- reaccioné enojada.



-No son cosas para que vea una nena- me respondió con firmeza.


-¿Por qué no son cosas para que vea una nena? – le reclamé. 

-Porque pasó algo feo y van a mostrar imágenes espantosas, no quiero que las veas.- intento explicarme en vano.

-Pero yo necesito saber qué pasó y además, podríamos ir a ayudar- redoble la apuesta.

-¿A ayudar? ¿Cómo? Si no somos médicas ni nada y además, es muy peligroso ir a esa zona ahora –agregó mi mamá.

-¡Sí! a ayudar, dijeron que hacen falta guantes y barbijos, y yo vi que hay unos en el botiquín del baño- le contesté.

Con media sonrisa dibujada en su rostro por mi respuesta, mi mamá me aclaró:
-Con un solo paquete de guantes y un barbijo no se hace nada, necesitan muchos – y aflojó – bueno, si querés podés seguir mirando la televisión, pero si muestran algo muy fuerte apagamos.
Prendí la televisión nuevamente, y me quedé allí, sentada a la mesa con una taza de café con leche enfriándose y un pan qué espero por horas para ser untado con manteca y mermelada. Estuve un largo tiempo frente a la pantalla, escuchando las nuevas informaciones, los nuevos datos de cómo había sido todo, los diagramas del procedimiento utilizado por el coche-bomba, el número de heridos y de muertos. Me desesperé con los testimonios de los familiares y amigos que buscaban a los suyos. Me maravillé de los héroes de ese entonces, médicos bomberos, policías y transeúntes que pasaban por allí, y no dudaron en dar su ayuda. Me inquiete al pensar cómo hubiese sido si pasaba en mi casa, y perdí tiempo ideando salidas imposibles.

Ese día, era un día de vacaciones, pero no fue un día feliz para mí. Si bien no nos tocaba en forma personal, no teníamos ni familiares ni amigos allí, fue un hecho que tiño de negro esa jornada y las siguientes. 
Eva Carnevale, 2015

...

La tragedia de Cromañón



Aquella noche del 30 de diciembre de 2004, estaba acostada mirando televisión con mamá. De repente salió un flash informativo en la tele anunciando el incendio de un boliche en Once. Mamá cambió el canal para que yo no lo viera. 



¿Por qué no te vas a dormir ahora que ya es tarde?- Me dijo.
Pero me enojé sabiendo lo que estaba queriendo hacer y le contesté: 

-¿Por qué me tengo que ir a dormir?

-Ya es tarde para que estés despierta- Insistió.
Al otro día, apenas me desperté, me puse a ver en la tele lo que había pasado. Imágenes de gente arrastrando cuerpos, chicos y chicas buscando aire fresco para respirar, otros entrando y saliendo para rescatar a sus amigos o familiares que habían quedado atrapados. 

Hoy cuando lo escribo, me pongo a pensarlo y no puedo creer lo que pasó, me angustia y me da impotencia no haber podido hacer nada para ayudar a toda esa gente, aunque no estaba a mi alcance. Ver las miradas tristes de esas personas me dan ganas de llorar. Muchas veces pasé por el mural que hicieron los familiares y me quedé mirando y leyendo las cosas que les escribían. Se me iba poniendo la piel de gallina mientras caminaba. 

Espero que una tragedia como ésta no vuelva a suceder jamás.



Yamila Roldán, 2015

...





Tenía doce años en el 2001. En enero mis papás estaban con el tema de la mudanza. En febrero nos mudamos a la Capital, costó dormir las primeras noches por los ruidos de los autos y las personas que pasaban, ya que la ventana daba hacia una avenida. En marzo, terminó la mudanza y era el último año de la escuela, antes de ingresar a la secundaria.


Durante el año tuve que adaptarme y conocer nuevas personas. Y pasaron los meses. Un domingo de diciembre; cuando me levanté, encendí el televisor, lo que vi y escuché al Ministro de Economía Domingo Cavallo. Y anunciaba la nueva política, en el momento apareció mi papá con su equipo de mate. Se sentó al lado y dijo:

-¡Ahora por este tema va hacer un quilombo en los bancos!

-¿Por qué?- le preguntè. 

-Porque ahora no irían los que tienen plata depositada, van a querer sacar todo lo que tienen y no van a poder. Después, a todos nos van a tocar los bolsillos. 

A esa edad, no le daba importancia a la situación, pero con el tiempo se fue sintiendo cada día, al ver por la tele a la gente haciendo fila en los bancos o que protestaban con golpes en las persianas, para que les abrieran o les dieran una solución a su situación. Fueron momentos muy tensos. 

El 19 de diciembre fue un suceso que a todos nos marcó, surgían protestas en otras provincias y saqueos en supermercados. Ese día por la tarde, al llegar a casa, prendí la radio y escuché los saqueos. De repente, me dirigí al cuarto, encendí el televisor y me sorprendió al ver las imágenes. Toda la gente se abalanzaba por conseguir mercadería, también artículos electrónicos. Ese mismo día pero más tarde, el Ministro de Economía anunciaba su renuncia. Al día siguiente, en la Plaza de Mayo, surgieron enfrentamientos entre los manifestantes y la policía. Al ver las imágenes, se me cruzó por la mente: “se viene otro golpe militar”. 

Esa tarde del día 20, en todos los Canales de Aire, De la Rúa anunciaba su renuncia y mostraban su retirada en helicóptero. 

Así fue que los sucesos pasaron en el mes de diciembre; fueron momentos muy tristes, desde protesta masivas, cacerolazos, muertes y con la llegada de la crisis económica llamado  "corralito".

Ahora… ¡Los saqueos volvieron! Sólo nos queda esperar que no vuelva a suceder en Buenos Aires. Estoy segura de que nadie quisiera volver a vivir esos crueles momentos.


2013

...

Argentina ha entrado en un peligroso círculo en el que está atrapado un gran número de ciudadanos que han visto pulverizados los ahorros de toda la vida o estafados sus plazos fijos. La trampa ha sido bautizada popularmente como corralito. La palabra está en boca de todos los argentinos -la usan hasta los ministros- para definir la inmovilización de los depósitos bancarios, es decir, el dinero que se tiene pero no puede usarse porque está encerrado en un corralito. 


Los testimonios recogidos en las últimas 48 horas muestran el estado de ánimo que imperaba en Buenos Aires antes del cacerolazo de la madrugada de ayer”. Éstas eran las palabras que expresaban los noticieros en el año 2001 en nuestro país. 

Se notaba que gente estaba indignada; con toda la razón del mundo, protestaban, pero no se encontraban soluciones al problema en cuestión. 

En mi casa, a la hora de la cena, era de lo único que se hablaba, y más cuando se presentaban manifestaciones en la Quinta presidencial, que se encuentra situada a cinco cuadras de mi casa, con bocinazos, calles cortadas y colectivos colapsados de gente.(Nosotros sí que vivimos este acontecimiento de cerca!) 

Mis padres y mis hermanos más grandes, Daniela y Marcelo, trabajaban sin parar con mucho esfuerzo para poder pasar el mal trago del momento. 
Fue entonces que en una cena en familia, haciendo sobremesa como todas las noches, mi hermano, que en ese momento tenía 24 años, les confiesa a mis padres que quería ir a probar suerte a su país natal, Canadá. Mi madre, encantada, le dice que era el momento indicado y que se iba a ir a un sitio soñado.             Mi padre, que en su viaje a Canadá había extrañado mucho a su familia (motivo por el cual se volvieron a Argentina) no opinaba lo mismo, se lo notaba dubitativo pensando, pero miró a mi hermano a los ojos y le dijo: 

-¡Si es por tu felicidad, hijo, yo te voy a apoyar en tu decisión! 

Días enteros de preparativos, papeles, armado de valijas, pasaje, para que el 15 de marzo Marcelo despegara hacia Canadá. 
Ese día llegó, pero parecía que el destino no quería que eso sucediera: el auto se había quedado sin batería, faltaban papeles, en el ambiente no volaba una mosca y el silencio era producto del clima tenso y la tristeza también jugaba un papel importante.
Pasado un rato, pateando los talones y con todos los preparativos en 
forma,emprendimos viaje hacia Ezeyza.Cuando llegamos, visualizamos a una parte de la familia y amigos, tal vez para pasar ese momento, que no fue nada fácil. Rostros tensos disimulando el dolor de la despedida de un ser querido y ojos vidriosos con ganas de estallar.

.

Minutos después, Marcelo comenzó a despedirse de la gente querida que lo acompañó en su secundario con un nudo en la garganta; nuestra familia, con lágrimas en los ojos y, por último de mi, de Daniela, de mi madre y mi padre. 

Él sólo dijo, con una sonrisa triste en su rostro: 



-¡Nos vemos a la vuelta!, ¡No me gustan las despedidas!


Alina Baldovino, 2012
...


   
                                    Cromañón

Recuerdo ese día como si fuera ayer. Tantas pérdidas de seres queridos, de amigos…Que me pone muy mal contarlo, pero de algún modo hace bien sacarlo.
Me habían invitado mis mejores amigos a ir a ver a Callejeros, pero mis papás no me habían dejado ir (Hasta el día de hoy les estoy muy agradecida). Enojada me fui a mi cuarto y no salí. Al rato me llama mi mamá con la noticia de que había explotado Cromañón. Al principio no le creí, pero después cuando miré el noticiero, caí en esa noticia y me puse a llorar; llamaba a mis amigos que estaban en ese recital y no me contestaban. Desesperada, llamaba a sus familias para ver si sabían algo, y nadie sabía nada.
Al otro día, me entero de que uno de mis mejores amigos, Agustín, estaba en la morgue. Lloré muchísimo y, hasta ahora, sigo lamentando su pérdida. Cuando me enteré cómo había muerto, me puse peor, porque si yo hubiera estado ahí, lo hubiese ayudado, pero no pude.
A veces, aparece en mis sueños y me dice que está todo bien, que él ya está en un lugar hermoso y tranquilo; eso me calma por un tiempo, pero después vuelvo a mi depresión. Ahora ya lo estoy superando, de a poco, pero esta pérdida tan fuerte me marcó para toda la vida.

Valeria Tufano, 2012

Nuestras lecturas-La casa de los conejos, de Laura Alcoba




La casa de los conejos



“Mi padre y mi madre esconden ahí arriba periódicos y armas, pero yo no debo decir nada. La gente no sabe que a nosotros, sólo a nosotros, nos han forzado a entrar en guerra. No lo entenderían. No por el momento, al menos”, dice una niña de apenas siete años. Es 1975, y ella vive en La Plata con su madre, que debe evitar la calle: tiene pedido de captura y su foto aparece en los diarios. Son tiempos funestos. Hace poco se mudaron de vivienda, y para la niña será un cambio radical: descubrirá el secreto, el encierro, y luego el miedo.
En el nuevo hogar se crían y venden conejos. Ésa es la fachada pública, porque en verdad es una casa clandestina de Montoneros, una de las más sensibles. Allí dentro los nervios y la ansiedad se aplacan limpiando pistolas y fusiles, acomodando granadas, o en mateadas fugaces y amenas. Los compañeros ya mueren o desaparecen en las calles, y cada semana el ambiente se degrada. La infancia de esa niña declina con el terror de los adultos, con frases cargadas de ira, de una lógica que no logra descubrir y que la apremia. Su inocencia se evapora al mismo tiempo que la Argentina se hunde en la violencia.
Con una prosa conmovedora pero jamás sentimental, Laura Alcoba escribió una novela que hilvana de manera natural el drama de un país y el abrupto despertar de una niña a un universo que apenas comprende pero que está obligada a sortear. En esa precoz pericia se juega su futuro, puesto en vilo una y otra vez por los cabos sueltos de la vida en fuga. La casa de los conejos narra de manera ejemplar y emocionante esa odisea; la de alguien que ve cómo avanza el cerco de la muerte, y un día descubrirá que esas marcas, aquellos aromas, una sonrisa, un momento de pánico, se han vuelto parte esencial de su pasado. Y también de su presente.

domingo, 22 de noviembre de 2015

Nuestras biografías


Mis primeras escrituras fueron cuando comencé primer grado y escribí, mi nombre, así como los nombres de los integrantes de mi familia entre otros. La docente me hacía hacer reglones con letras que me costaba practicar más que otras y que me salieran correctamente.
Ya de más grande comencé a escribir cartas para seres queridos, que releía varias veces porque me costaba mucho la buena redacción.
Hoy en día, que mi vocabulario es más rico en palabras por mis 27 años, puedo redactar con más facilidad un texto, una historia, un mail...
Alina Baldovino, 2012

...

...Estaba en la escuela primaria cursando mi último grado. Todos los años se hacían olimpíadas literarias, y ese año decidí concurrir. Es así como comencé a escribir un relato fantástico donde las princesas y dragones tenían características mágicas y eran los protagonistas de la historia. Me sentía muy a gusto realizando estos escritos.


Al comenzar el secundario las posibilidades para escribir eran realmente pocas. De vez en cuando realizábamos alguna producción que se relacionaba con los poemas. Pero no eran de gran interés para mí. 
Cuando ingresé al profesorado las letras comenzaron a abundar en mis días, realizaba escrituras de toda índole. Ya sean trabajos monográficos, investigaciones, escrituras literarios, entre otros.
Hoy en día sigo perfeccionándome como escritora y aprendiendo todo lo que rodea al mundo de las letras. Mundo mágico si los hay.



Moreno, Ornella, 2012

...


No recuerdo bien cuándo fue, se que hace varios años, en la sala de preescolar del jardín. A lo largo de los años con la ayuda de mis maestras fui aprendiendo y mejorando mi escritura.
Con una birome y un papel recuerdo haber escrito desde rimas, cuentos, poesías y leyendas, hasta largos trabajos de investigación.
Hoy en día gran parte de mi escritura esta relacionada con trabajos prácticos y planificaciones.


Oliverio, Melisa, 2012

...




A los 9 años me regalaron un diario, en el que comencé a escribir todos mis días durante dos semanas, y de repente deje de hacerlo.

Cuando tenía 12 , comenzaron a interesarme otras cuestiones, como a todo adolescente y fue cuando comencé a leer poesía y desde ahí a escribir, fueron cuatro o cinco poemas que cruzaron mis cuadernos y fue también en ese momento que retomé mi diario, pero de manera distinta, me gustaba copiar en él retazos de cuentos, poesías y canciones, fue particularmente un momento triste de mi vida donde descubrí la escritura, ya sea en forma de cartas, de narración, de poesías, como un medio de escape, de liberación, un lugar donde encuentro paz, libertad, y contención, hoy sigo cada vez que alguna circunstancia golpea mi vida.

  
Silvina Martinez, 2013
...




Comencé a escribir mi nombre cuando tenía 4 años, me ayudaba mucho mi mamá y mi madrina. A los 5 años me leían cuentos y yo anotaba en un papel las palabras que mas me llamaban la atención como me saliera. Y al pasar los meses ya le había agarrado la mano a la escritura y a la lectura para poder ingresar, sabiendo algo, a la primaria. Allí me enseñaron los verbos, los sustantivos, las matemáticas... Yo estaba muy contenta porque, a pesar de que ya algo entendía, todo era nuevo para mí.
Hasta que terminé séptimo grado y comencé la secundaria, donde me enseñaron cosas más importantes y con más profundidad, y aprendí a tener un poco mas de coherencia en mis oraciones y relatos. 
Y ahora acá estoy en un terciario de profesorado de enseñanzas de nivel inicial; aprendiendo un poco mas de la narrativa para en un futuro poder enseñar lo que me enseñaron y me enseñan a mí.

Agustina Martínez, 2013

...

Tal como mi hija, Nahiara, yo aprendí a leer y a escribir a los cuatro años. Primero, algunas letras, luego llegué a leer y a escribir mi nombre. Me fascinaba también leer carteles.
Durante la primaria me gustaba ir a la biblioteca de la escuela los Viernes, y alquilar un libro para leer el fin de semana, también adoraba cuando llegaban las vacaciones de invierno, eso indicaba que mis abuelos me llevaban a pasear, y entre tantos paseos, uno obligado era la Feria del Libro Infantil, ¡amaba ir a esa feria!. Varios de los libros que aún conservo y hoy por hoy se los presto a Nahiara son de aquella época.
Siendo pre-adolescente armé una carpeta con las canciones de Enrique Iglesias. Transcribía las letras de las canciones, escuchaba los casettes una y otra vez, ponía pausa, escribía, seguía oyendo, y así hasta completar cada canción. Con el tiempo fui completando esa carpeta con otras canciones de amor.
Una soñadora… Sí.
Los años siguientes como lectora se redujeron al diario del domingo, alguno que otro libro que me llamara la atención, revistas ocasionales y, claro, los textos para estudiar.
Durante varios años conservé las carpetas que confeccionaba en la adolescencia con canciones románticas, pero entre mudanzas y toma de decisiones de cosas que ya no sirven y ocupan lugar, en algún lado las deseché. Algo similar me permito realizar hoy, un poco más actualizada, y es en las redes sociales, en que transcribo frases o fragmentos de canciones, canciones enteras, que generalmente reflejan mi estado de ánimo o lo que estoy sintiendo. Ya no es Enrique Iglesias, entre otras bandas son: Salta La Banca, Las Pastillas Del Abuelo, Callejeros, La Beriso y algunas más…Leo algún poema y lo transcribo...
Me dedico a compartir lectura con mi hija.
Trabajo como auxiliar en una sala de 2, y suelo buscar algún cuento adecuado a esa edad para leerles a los chicos en los momentos dedicados a la literatura.

Natalia Pasetto, 2013
...

Mi nombre, ¡Sí! Mi nombre fue lo primero que recuerdo haber empezado a escribir. En el jardín, cada uno con su cartucherita, lápiz, goma y cuaderno. Sala de 5… ¡Qué chiquita! Pero así empecé a escribir. Después siguieron las famosas palabras “mamá” y “papá”.
En el transcurso de la primaria continúe mi pequeña vida de escritora desarrollando cuentos de terror y contando, a través de la escritura, los cuentos que mi abuela me narraba desde que tengo memoria: “La familia de Gusanito”, “Gusanito y sus amigos”, “Gusanito chef” (es evidente que la colección de Gusanito era mi favorita). Entre otros disparadores estaban los clásicos: “La Cenicienta”, “Blancanieves” y “La Bella Durmiente”.
Al comenzar el recorrido de la etapa secundaria, comencé a ampliar mi vocabulario y a sentirme un poco más incómoda a la hora de escribir. Que los puntos, que las comas, que la ortografía, que los distintos recursos utilizados…demasiado para mí.
Fuera del ámbito escolar, en mi etapa adolescente, me gustaba escribir “poesía”, si se puede llamarlo así. Mis textos al leerlos tenían rima y una sonoridad particular, distinta al resto de las producciones que ya había realizado más de pequeña.
Hoy, me encuentro relatando “mi vida como escritora”… ¡Qué paradoja! ¿no? 


María Celeste Perez, 2013

Nuestras consignas- Historias con grupos consonánticos








(PR)

Esta es la historia de una prima mía muy presumida, ojo era un primor de persona igual. Siempre estaba apresurada y para toda tenía prisa, de acá para allá con sus carteras y vestidos de alta costura. Es que tenía mucha plata y un protocolo intachable. Tenía un barco, le encantaba viajar en él y quedarse en la proa mirando el paisaje.
Su sueño era progresar, cada día un poco más. Soñaba con ser una importantísima abogada, como lo es su madre, mi tía. Y al terminar cada juicio poder ganarlo y festejarlo con un gran apretón de manos.



Moreno, Ornella. 2013



(TR)

El otro día mí amigo estaba tocando su trompeta cuando de repente vio por su ventana una mariposa posada en el tronco de un árbol, Juan no hizo más que salir trotando hasta la vereda donde de repente tropezó con un trozo de baldosa. Rápido se levantó y tramó una estrategia para atrapar a la mariposa, cosa que no funcionó, porque al verla tan cerca lo único que atinó a hacer fue tirársele encima tratando de no apretarla demasiado fuerte para no matarla de asfixia.


Oliverio Melisa, 2013

Nuestras lecturas y creación de minicuentos




El monstruo Verde sentado en su silla, al sufrir un estornudo perdió la moneda.
La moneda verde, al salir de su boca se fue por la alcantarilla, dicen que fue un estornudo
.

Moreno, Ornella, 2013


Y así fue cómo mi alcancía en forma de sapo verde de repente estornudó arrojando por los aires esa extraña moneda.

Oliverio Melisa, 2013


Juntaba monedas en una gran bolsa, todavía lo veía verde pero sabía que llegaría el momento. Una mujer estornudo y lo despertó.

Silvina Martinez, 2013

Nuestras consignas-El prefijo arbitrario




Una técnica que utilizamos en clase fue la del prefijo y un sustantivo. Se los une y se arma una nueva palabra fantástica: El prefijo arbitrario. Después viene la historia. 




Sin-lápiz


Esto ocurrió en un pueblo donde vivían unos habitantes a los que se los llamaba “sinlápiz”, su nombre provenía de aquella vez, hace muchos años atrás, cuando quisieron escribir su historia y se quedaron sin mina. El problema fue que por este motivo, su historia jamás se escribió, ni había podido quedar registrada.
Los años pasaron y sólo se escucharon historias de boca en boca que contaban los hijos de los hijos, de los hijos, de los hijos. Toda una descendencia, que como teléfono descompuesto, no se sabe si la historia está bien contada y según quien la contaba, le convenía contar lo que contaba.
Hasta que un día, entre tantas versiones diferentes, los más pequeños, que no entendían nada ante tantas versiones que les contaban los papás decidieron buscar una solución, pidiéndole a la maestra Juanita que les contara la verdad de la milanesa o que los ayudará a entender. Juanita era tan buena maestra que decidió, viajar al pueblo de los escritores, allá en lo alto y traer a la señora y señor Alfabeta y así, empezando por los más chicos desde el nivel inicial, empezaron a escribir sus nombres y después todos los habitantes sinlápiz, pudieron registrar la historia, una sola y verdadera, que pudieran contar todos.
Desde ese día y para siempre los habitantes de Sinlápiz escribieron su mejor versión y la registraron, ya que un pueblo sin historia, sin palabras, sin lecturas, sin nombres, no existe.
Y colorín, colorado, este cuento se ha terminado.




Atetera

Tetera que utilizan los enanos en eventos festivos y/o velorios.// Instrumento utilizado únicamente para el té con miel. 

Sincuento

Relatos fantásticos que no poseen palabras escritas. // textos breves que la historia no consta de personajes. 

Dícese de aquellas historias que no logran llegar a los lectores.


Trasburbuja 

Vestimenta plateada antiadherente que utilizan las burbujas cuando salen al exterior. 


Moreno, Ornella, 2013.

Burbuja de gran tamaño que transporta dentro a otra burbuja hasta el momento de ser explotada.




Lunfardo utilizado para nombrar a la nave espacial que aterrizó en el planeta Marte en el año 2035. Femenino, singular, sustantivo



Paracasa

Nylon de tamaño considerable que se utiliza para cubrir las paredes exteriores de los hogares para protegerlos de los cambios climáticos.

Oliverio Melisa, 2013