
Mis primeras escrituras fueron cuando comencé primer grado y escribí, mi nombre, así como los nombres de los integrantes de mi familia entre otros. La docente me hacía hacer reglones con letras que me costaba practicar más que otras y que me salieran correctamente.
Ya de más grande comencé a escribir cartas para seres queridos, que releía varias veces porque me costaba mucho la buena redacción.
Hoy en día, que mi vocabulario es más rico en palabras por mis 27 años, puedo redactar con más facilidad un texto, una historia, un mail...
Alina Baldovino, 2012
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Al comenzar el secundario las posibilidades para escribir eran realmente pocas. De vez en cuando realizábamos alguna producción que se relacionaba con los poemas. Pero no eran de gran interés para mí.
Cuando ingresé al profesorado las letras comenzaron a abundar en mis días, realizaba escrituras de toda índole. Ya sean trabajos monográficos, investigaciones, escrituras literarios, entre otros.
Hoy en día sigo perfeccionándome como escritora y aprendiendo todo lo que rodea al mundo de las letras. Mundo mágico si los hay.
Moreno, Ornella, 2012
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No recuerdo bien cuándo fue, se que hace varios años, en la sala de preescolar del jardín. A lo largo de los años con la ayuda de mis maestras fui aprendiendo y mejorando mi escritura.
Con una birome y un papel recuerdo haber escrito desde rimas, cuentos, poesías y leyendas, hasta largos trabajos de investigación.
Hoy en día gran parte de mi escritura esta relacionada con trabajos prácticos y planificaciones.
Oliverio, Melisa, 2012
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A los 9 años me regalaron un diario, en el que comencé a escribir todos mis días durante dos semanas, y de repente deje de hacerlo.
Cuando tenía 12 , comenzaron a interesarme otras cuestiones, como a todo adolescente y fue cuando comencé a leer poesía y desde ahí a escribir, fueron cuatro o cinco poemas que cruzaron mis cuadernos y fue también en ese momento que retomé mi diario, pero de manera distinta, me gustaba copiar en él retazos de cuentos, poesías y canciones, fue particularmente un momento triste de mi vida donde descubrí la escritura, ya sea en forma de cartas, de narración, de poesías, como un medio de escape, de liberación, un lugar donde encuentro paz, libertad, y contención, hoy sigo cada vez que alguna circunstancia golpea mi vida.
Silvina Martinez, 2013
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Comencé a escribir mi nombre cuando tenía 4 años, me ayudaba mucho mi mamá y mi madrina. A los 5 años me leían cuentos y yo anotaba en un papel las palabras que mas me llamaban la atención como me saliera. Y al pasar los meses ya le había agarrado la mano a la escritura y a la lectura para poder ingresar, sabiendo algo, a la primaria. Allí me enseñaron los verbos, los sustantivos, las matemáticas... Yo estaba muy contenta porque, a pesar de que ya algo entendía, todo era nuevo para mí.
Hasta que terminé séptimo grado y comencé la secundaria, donde me enseñaron cosas más importantes y con más profundidad, y aprendí a tener un poco mas de coherencia en mis oraciones y relatos.
Y ahora acá estoy en un terciario de profesorado de enseñanzas de nivel inicial; aprendiendo un poco mas de la narrativa para en un futuro poder enseñar lo que me enseñaron y me enseñan a mí.
Agustina Martínez, 2013
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Tal como mi hija, Nahiara, yo aprendí a leer y a escribir a los cuatro años. Primero, algunas letras, luego llegué a leer y a escribir mi nombre. Me fascinaba también leer carteles.
Durante la primaria me gustaba ir a la biblioteca de la escuela los Viernes, y alquilar un libro para leer el fin de semana, también adoraba cuando llegaban las vacaciones de invierno, eso indicaba que mis abuelos me llevaban a pasear, y entre tantos paseos, uno obligado era la Feria del Libro Infantil, ¡amaba ir a esa feria!. Varios de los libros que aún conservo y hoy por hoy se los presto a Nahiara son de aquella época.
Siendo pre-adolescente armé una carpeta con las canciones de Enrique Iglesias. Transcribía las letras de las canciones, escuchaba los casettes una y otra vez, ponía pausa, escribía, seguía oyendo, y así hasta completar cada canción. Con el tiempo fui completando esa carpeta con otras canciones de amor.
Una soñadora… Sí.
Los años siguientes como lectora se redujeron al diario del domingo, alguno que otro libro que me llamara la atención, revistas ocasionales y, claro, los textos para estudiar.
Los años siguientes como lectora se redujeron al diario del domingo, alguno que otro libro que me llamara la atención, revistas ocasionales y, claro, los textos para estudiar.
Durante varios años conservé las carpetas que confeccionaba en la adolescencia con canciones románticas, pero entre mudanzas y toma de decisiones de cosas que ya no sirven y ocupan lugar, en algún lado las deseché. Algo similar me permito realizar hoy, un poco más actualizada, y es en las redes sociales, en que transcribo frases o fragmentos de canciones, canciones enteras, que generalmente reflejan mi estado de ánimo o lo que estoy sintiendo. Ya no es Enrique Iglesias, entre otras bandas son: Salta La Banca , Las Pastillas Del Abuelo, Callejeros, La Beriso y algunas más…Leo algún poema y lo transcribo...
Me dedico a compartir lectura con mi hija.
Me dedico a compartir lectura con mi hija.
Trabajo como auxiliar en una sala de 2, y suelo buscar algún cuento adecuado a esa edad para leerles a los chicos en los momentos dedicados a la literatura.
Natalia Pasetto, 2013
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Mi nombre, ¡Sí! Mi nombre fue lo primero que recuerdo haber empezado a escribir. En el jardín, cada uno con su cartucherita, lápiz, goma y cuaderno. Sala de 5… ¡Qué chiquita! Pero así empecé a escribir. Después siguieron las famosas palabras “mamá” y “papá”.
En el transcurso de la primaria continúe mi pequeña vida de escritora desarrollando cuentos de terror y contando, a través de la escritura, los cuentos que mi abuela me narraba desde que tengo memoria: “La familia de Gusanito”, “Gusanito y sus amigos”, “Gusanito chef” (es evidente que la colección de Gusanito era mi favorita). Entre otros disparadores estaban los clásicos: “La Cenicienta”, “Blancanieves” y “La Bella Durmiente”.
Al comenzar el recorrido de la etapa secundaria, comencé a ampliar mi vocabulario y a sentirme un poco más incómoda a la hora de escribir. Que los puntos, que las comas, que la ortografía, que los distintos recursos utilizados…demasiado para mí.
Al comenzar el recorrido de la etapa secundaria, comencé a ampliar mi vocabulario y a sentirme un poco más incómoda a la hora de escribir. Que los puntos, que las comas, que la ortografía, que los distintos recursos utilizados…demasiado para mí.
Fuera del ámbito escolar, en mi etapa adolescente, me gustaba escribir “poesía”, si se puede llamarlo así. Mis textos al leerlos tenían rima y una sonoridad particular, distinta al resto de las producciones que ya había realizado más de pequeña.
Hoy, me encuentro relatando “mi vida como escritora”… ¡Qué paradoja! ¿no?
María Celeste Perez, 2013
Estoy bastante triste al darme cuenta de que mi vida de escritora es muy pobre. Tengo muy vagos recuerdos de mi infancia con respecto a esto, pero lo que seguro no puedo olvidar, son las cartas a mi novio de primer grado que le escribía en el recreo. Eran auténticas cartas de AMOR, SINCERAS y llenas de sentimiento. Creo que soy una enamorada de la vida y si hay algo que escribo desde que tengo uso de razón, son cartas de amor.
Leí muy poca literatura en mi VIDA y hoy es algo de lo que me arrepiento, pero nunca logré tener ese hábito. Por lo tanto tampoco escribo por el simple hecho de escribir. Me cuesta mucho y no me gusta demasiado, (salvo las cartas de amor) definitivamente soy una romántica.
Leí muy poca literatura en mi VIDA y hoy es algo de lo que me arrepiento, pero nunca logré tener ese hábito. Por lo tanto tampoco escribo por el simple hecho de escribir. Me cuesta mucho y no me gusta demasiado, (salvo las cartas de amor) definitivamente soy una romántica.
Yesica Galimberti, 2013
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